domingo, 26 de febrero de 2012

Mi libro de los enxiemplos del Conde Lucanor e de Patronio

- Querido consejero. Vengo aquí, otra vez, en su ayuda. Ya que mis dudas vuelven a surgir y usted es el único que me socorre.
   Yo a usted le aprecio mucho; pero, mis siervos, le envidian, y tengo miedo de que se rebelen contra mí y terminen haciéndome daño o haciéndole daño a usted-.

- No se preocupe usted, mi Señor, porque lo está haciendo bien. Para que usted lo entienda le contaré una de mis fábulas: “El burro que envidiaba al perrito”- y sin más dilación comenzó a hablar.

“Estaba un burro bebiendo en su abrevadero cuando oyó a un perro ladrar felizmente alrededor de su ama. Envidiando a ese sabueso y queriendo imitar lo que hacía se puso a despreciar a aquel animal tan cariñoso: “¿Cómo va ese perrucho a alegrar a mi ama más que yo? ¿Acaso no soy yo el que le ofrece más que él? ¿No soy yo el que obedece todas sus ordenes, le llevo comida y aro su tierra?”. Pensó el burro inocente enfadado.

Como no sabía qué hacer para poder evitarlo, después de mucho pensar, decidió actuar tal y como lo hacía su enemigo.

Salió corriendo, como cuando una bestia va detrás de su presa, cual caballo al galope encolerizado, en dirección a la casa donde su dueña y su animalito se hallaban. Está se llevo un gran susto al ver que el burro entraba en su habitáculo tan alocado, tan inconsciente del daño que se estaba provocando. Lo que ya llevó al límite esta acción fue que el asno se subió al regazo de su señora. Acto seguido ésta gritó; este grito alertó a los vecinos que aparecieron rápidamente en su casa con objetos que utilizaron como armas contra aquel pollino hasta que, el pobre, se calmase.”

- Muy bien Patronio. Otra vez me ha deleitado con sus hermosas fábulas. Le felicito. Pero no consigo entender la relación que tiene respecto a mí.

- Querido Conde Lucanor. Si usted me ha escuchado bien y se le ha fijado dicho relato en su cabeza, se dará cuenta de que el perro en cierto modo soy yo, y el burro, son los criados que tanto le ofrecen. Usted como “ama” prefiere al perro porque le divierte y deja de lado al burro porque le da trabajo.
   Quizá cuando un criado le sobresalte, como cuando sobresaltó el burro a su ama, no se alarmará tanto como hizo ésta, pero será algo extraño, y llamará para que se lleven al criado y lo dejen en su sitio correspondiente, como hicieron los vecinos. Así que, no se preocupe, porque aunque los criados me envidien o me hagan daño a mí o a usted, siempre habrá alguien que le defienda.

                             “No hagas de ti una persona que no aparentas”

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